sábado

El libro y la lectura: un oasis en el hospital

Extención de servicios de la Biblioteca Pública de Toronto con niños hospitalizados. Fotografía tomada en 1955

En estos estos días me he tomado un tiempo para investigar y reflexionar más acerca del oficio de la biblioterapia. Han sido muchos los descubrimientos, entre los cuales esta la lectura de la antropologa francesa Michéle Petit, quien estuvo recientemente en Bogotá como invitada de honor en el II Congreso Iberoamericano de Lengua y Literatura Infantil y Juvenil, que se realizó en la biblioteca Luis Ángel Arango.



Uno de los temas que le interesan a la profesora Petit es el efecto que tiene la lectura literaria en la elaboración de la identidad de cada persona, y como lo ayuda a sobrellevar los momentos más díficiles de la vida.



En el hospital, vemos día a día como los pacientes y acompañantes se acercan a los libros del programa de Leer para Sanar con la idea de encontrar algo especial, ya sea una idea, un verso, un cuento, un chiste, una receta de cocina, una información para cuidar su cuerpo, y de esta forma empezar a recuperar algo de lo que hasta antes de la llegada del carro portalibros, no tenían, ya sea porque lo perdieron momentaneamente al ingresar al hospital o porque no tuvieron la oportunidad de apreciarlo en sus vidas. Con esta reflexión no quiero generalizar, que todos las personas que disfrutan del programa, tengan un vacío que sólo la lectura puede llenar, pero si estoy seguro, que para muchos pacientes, de todas las edades y todos los niveles socioeconómicos, el servicio de prestamos de libros y las actividades de lectura en voz alta realizadas por los mediadores de lectura, son un oasis de aliento en el difícil transito de estar separados de su cotidianidad.