sábado

El flautista de Hamelín en el hospital


Foto tomada de:
www.panoramio.com/photo/28852725

“Mira tu dicha”, dice la mamá de una de las niñas que van a consulta de pediatría cuando ve el carro portalibros que recorre el tercer piso del Hospital Universitario Mayor de Méderi. La pequeña de siete años abre los ojos y su cara brilla tanto como una supernova en el firmamento. No puedo dejar de mirar a esa pequeña estrella que quiere tomar cada libro y leerlo con su mamá, por lo que le regalo “Tengo miedo” de Ivar Da Coll, uno de los títulos de la colección “Libro al viento” que circula libremente por toda Bogotá. La pequeña estrella toma el libro y lo abraza, como si fuera el mayor tesoro de todo el universo, por lo que su mamá me da un agradecimiento sincero y me dice: “A mi hija le fascina leer”.


Sigo mi camino por la rampa que me lleva al lugar donde descansan los libros y se preparan para una nueva jornada con los lectores de “Leer para sanar”, cuando noto a una niña de unos ocho años que me ha seguido. Al verla, la saludo y me dice con una sonrisa pícara: “Tan bonitos los libros…”. Al notar que también quiere participar de la fiesta de la lectura, le entrego otra copia de “Tengo miedo” y recibo un agradecimiento nuevo y profundo.


Camino a mi casa me siento protagonista de mi propio cuento de hadas, con una historia diferente al tradicional “Flautista de Hamelin”, en el que cambian todos los elementos y el final ya no es trágico, sino esperanzador: los niños sí quieren leer.