Texto de Aino Pervik Ilustración de Jüri Mildeberg
El libro recuerda
“Cuando Arno llegó a la escuela con su padre, las clases ya habían comenzado.” En mi país, Estonia, casi todo el mundo conoce esta frase de memoria. Así comienza un libro. El título del libro es “Primavera”, que se publicó en 1912 y fue escrito por el escritor estonio Oskar Luts (1887 – 1953). “Primavera” narra la vida de los niños de una escuela rural de un pueblo de finales del siglo XIX en Estonia. Oskar Luts escribió de sus años escolares. Arno es en realidad el mismo Oskar Luts en su niñez. Los investigadores estudian documentos antiguos y escriben libros de historia según éstos. Los libros de historia hablan de sucesos que han tenido lugar alguna vez. En los libros de historia uno no entiende bien cómo era la vida de la gente corriente de aquella época. Sin embargo, los libros históricos costumbristas recuerdan hechos que no hallamos en los documentos históricos, como por ejemplo lo que pensaba un chiquillo como Arno cuando hace cien años iba a la escuela. El libro recuerda los sueños de los niños, sus dudas, sus gustos y sus aficiones. También recuerda a los padres de los niños, cómo ellos hubieran querido ser y lo que deseaban para el futuro de sus hijos. Por supuesto que hoy en día también se puede escribir libros de tiempos pasados y éstos son a menudo apasionantes. Pero en realidad, un autor de ahora no siente los olores, los sabores, los temores y los gustos de los tiempos remotos. Él sabe ya lo que ha sucedido, lo que el porvenir tenía velado a la gente de entonces. Los libros recuerdan la época en la que han sido escritos. Con las novelas de Charles Dickens sabemos qué le parecía a un niño la veda en las calles de Londres a mediados del siglo XIX, cuando Oliver Twist se paseaba por ellas. A través de los ojos de David Copperfield –que eran los mismos ojos de Dickens- también nosotros vemos toda clase de tipos que vivían en la Inglaterra de mediados del siglo XIX, cuáles eran las relaciones entre ellos y cuáles eran las ideas y emociones en las que se fundamentaban. Como David Copperfield es en gran medida Charles Dickens, éste no ha tenido que inventar nada; él simplemente sabía. Los libros nos dan a conocer lo que realmente sentían Tom Sawyer, Huckleberry Finn y su amigo Jim al navegar a lo largo del Mississippi a finales del siglo XIX en el momento en el que Mark Twain narraba sus aventuras: él conocía profundamente lo que la gente de su época pensaba de los demás, porque él mismo vivía entre ellos. Él era uno de ellos. Las obras literarias que han sido escritas en su misma época, cuando la gente de entonces aún vivía, son las que hablan de manera más auténtica de la gente del pasado.
Aino Pervik Traducido al castellano por Teresa Peña Díaz-Varela