"De la misma manera que el cuerpo necesita alimentos para
desarrollarse, la psiquis es el resultado de una serie de procesos cuya
alimentación es simbólica y netamente cultural. El rol del adulto es el de dar
indicaciones variadas para que todo psiquismo en construcción pueda encontrar
orientación a través del patrimonio cultural que construye el alma de una
cultura y que se transmite de generación en generación. La lengua entra y juega
el papel central en estos procesos de transmisiones culturales. Para completar
su función de engendrar, todo padre y toda madre debe transformar a su bebé de
infans en ser de lenguaje. Los elementos culturales deben estar presentes desde
los primero días de la vida puesto que los pequeños, para desarrollarse
normalmente, necesitan: leche, caricias y lenguaje."
Evelio Cabrejo Parra
Competencias de los bebés y disponibilidad psíquica de los adultos: una alianza indispensable.
IX Congreso Nacional de Lectura. Bogotá, 2009.
La experiencia que comparto a continuación fue registrada por mi esposa Carolina Rodríguez a partir de un ejercicio de escritura con nuestra sobrina Mariana de 2 años 8 meses. Este registro evidencia la importancia de la mediación afectuosa de la palabra escrita y su desarrollo en los niños por parte de las figuras de apego de los pequeños.
Kitoa
Por: Carolina Rodríguez
Son las 5:oo p.m. y después de una larga jornada/terapia para que se coma el almuerzo, ya tiene las manos libres y el permiso para hacer algo novedoso... pero que no sería tan novedoso si no hubiera unos antecedentes...
Alguna vez, jugaba con su abuela un juego de roles y ella le dijo en tono desprevenido:
―Tú eres una escritora...
Jamás imaginaríamos que esas breves palabras marcarían la identidad de esta niña, quien alguna vez iba con su tía y ella, en un ataque de asombro por lo linda que se veía, le dijo:
―Mírate, ¡qué linda! ¡Pareces una princesa!
La niña, en un arranque de indignación, le dijo:
―Nooooo, ¡no soy una princesa! ¡Soy una kitoa!
―¿Una qué?
―Una kitoa...
Después de varios intentos por articular mejor y comunicarse más claramente, dijo:
―Una e-ki-toa...
Una escritora... la tía no supo de dónde había salido esta autodesignación hasta que habló con la abuela... Esta pequeña no se deslumbra por los brillitos de labios ni por las muñecas chic de la Navidad... lo cual no solo es bueno porque sale muy económica, sino porque tiene una pasión que sobrepasa cualquier deseo esperado: ama con frenesí los libros... Es lectora desde que estaba en la panza de su mamita, creció escuchando tonos de voz que cambiaban según el hilo de las historias, con libros de cartoné que eran lo suficientemente gruesos como para pasar las páginas, con ilustraciones, relatos, personajes...
Pues un escritor debe su condición a que escribe libros, ¿no? Esta joven lectora/escritora, terca y asidua, tiene un amplio vagaje como lectora, pero nunca se había enfrentado a la posibilidad de escribir... entonces, junto con su tía, se pusieron en la tarea de hacer su primer libro. Minuto tras minuto, garabato tras garabato, idea tras idea, nació un librito... un textico pequeño y alegre, que baila con la serpiente de tierra caliente y con telas para hacerle una pijama a su mamá, que deja el testimonio visible de que fue hecho gracias a manos, a ideas, a letricas bailarinas...
Quedó muy lindo y finalizó con un "Me cansé". La tía pensó que ahí había quedado todo, una primera experiencia de escritura con un registro para la posteridad. Sin embargo, lo que esta afortunada tía jamás podrá olvidar es la reacción inesperada de esta pequeña de dos años: tomó su librito pequeño, lo abrazó con un profundo amor y decía: "¡Me encanta!", mientras corría de un lado para otro. Luego, llenó de besos a su conmovida tía y decía: "¡Tiita!"...
Por un instante, olvidé la previa lucha por el almuerzo, la pataleta y los demás menesteres que implica la hora de la comida... tenía al frente a una escritora que estaba muy feliz por haber hecho su primer libro, que lo atesoraba en sus brazos y sonreía con mucha emoción...
Cuando llegaron su mamá y su abuela, les mostró el fruto de su trabajo con alegría y satisfacción... han pasado varios días después de ese feliz encuentro y dicen los que saben que no suelta el dichoso librito ni para dormir... la verdad es que a esta servidora no le importa pensar qué hará esta niña cuando sea grande, da igual si en serio se dedica a escribir, alguien crea en su talento y pueda vivir del mismo, o si se dedica a otros campos del saber. Mi única satisfacción es que haga lo que haga, sé que tendrá la posibilidad de comunicarse con libertad, de saber que puede hacer cosas buenas y con sentido, que tendrá la confianza suficiente para emprender su camino porque desde chiquita, su padre, su madre, sus tíos y sus abuelos la arrullaron, le cantaron, le hicieron saber que podía hacer cosas maravillosas...
Sobre todo, es una niña de dos años que acaba de descubrir el misterio de lo que se plasma en un papel, ese canal que se establece entre lo que se piensa y lo que se expresa a través de la mano, la bonita posibilidad de dejar registro de lo que hoy importa y quizá mañana solo será un tema más...