Fotografía de una tórtola de Arica (Zenaida meloda) tomada de Aves de Arica
Cuando acompañamos a los
pacientes del hospital con una lectura en voz alta en el programa de biblioterapia "Leer para
sanar", los mediadores de lectura estamos con los sentidos en total atención
para aprender algo nuevo de cada experiencia. El viernes, conocí a
don Orlando , un paciente invidente que le fascina la poesía. Durante
esta visita, Don Orlando me preguntó si yo conocía el poema “joven aún entre
las verdes ramas”, que era uno de los poemas que aprendió en su infancia
gracias al colegio. Al responderle que no lo conocía le pregunté acerca de su
interés por este poema, a lo que don Orlando me respondió que desde hace unos
años tenía muchas ganas de volverlo a escuchar. Yo también quería escuchar este
poema, del cual siempre escuchaba de niño cuando me saludaban los amigos de mi
bisabuela cuando la visitaban. Por eso el martes siguiente cuando me encontré
de nuevo con don Orlando, me hizo la pregunta de rigor “¿Consiguió el poema?”.
Yo le agradecí que me recordara que tenía que buscarlo, y así lo hice cuando
salí al medio día a almorzar, entré a Internet y encontré el poema que se
titula “La tórtola”. Lo imprimí, regresé al hospital y se lo leí a don Orlando,
que escuchaba atento con su mirada infinita, en una inmovilidad, que llegué a
pensar que no estaba respirando. Al finalizar la lectura, una sonrisa se dibujo
en el rostro de don Orlando y comentó: “Que bueno, no se me ha olvidado el
poema, lo recuerdo todo”. Luego le hablé un poco del escritor antioqueño
Epifanio Mejía autor del poema. Para terminar la visita, don Orlando me
pidió que le leyera a Alfonsina Storni, y le leí un par de poemas de esta
escritora argentina, que se encuentran en el libro “De todo corazón”. De esta forma, cada visita a los pacientes del hospital puede ser un maravilloso intercambio de conocimientos y experiencias de nuestra historia lectora.
La tórtola
De Epifanio Mejía
(1838-1913)
Joven aún, entre las verdes ramas,
De secas pajas fabricó su nido;
La vio la noche calentar sus huevos,
La vio la aurora acariciar sus hijos.
De secas pajas fabricó su nido;
La vio la noche calentar sus huevos,
La vio la aurora acariciar sus hijos.
Batió las alas y cruzó el espacio,
Buscó alimento en los lejanos riscos,
Trajo de frutas la garganta llena
Y con arrullos despertó a sus hijos.
El cazador la contempló dichosa,
Y sin embargo, disparó su tiro:
Ella, la pobre, en agonía de muerte
Abrió las alas y cubrió a sus hijos.
Toda la noche pasó gimiendo
Su compañero en el laurel vecino:
Cuando la aurora apareció en el cielo
Bañó de perlas el hogar ya frío.
Poema tomado de: